domingo, 18 de marzo de 2012

ODIO LOS LUNES CAPITULO 3 PARTE 5.

ODIO LOS LUNES CAPITULO 3 PARTE 5
La puerta cedió, pero para cuando ocurrió yo ya estaba fuera de el pabellón con la escalera.
En el patio aun había varias personas, pero estaban alejadas de mí, podría llegar a el edificio principal sin que me cogieran.
Aguanté la respiración un instante y esprinté hacia el edificio.
Llegar al edificio fue fácil, me relajé un poco, pero cuando estaba a punto de llegar a las escaleras alguien se abalanzó sobre mí, me aparté y se derrumbó al suelo, no sabía quien era, estaba irreconocible, por el pelo parecía un chico, pero no se podía asegurar, tenia toda la cara empapada de sangre, y llevaba un clavo incrustado en un parpado, y varios bultos que le rodeaban.
Decidí dejarlo, antes de que se levantara crucé el pasillo y coloqué la escalera en la puerta de rejas. ¿Podría por fin abandonar aquella pesadilla?
Aseguré la escalera, iba a colocar un pié en ella cuando un ruido atronador surgió de detrás de mi.

lunes, 12 de marzo de 2012

ODIO LOS LUNES CAPITULO 3 PARTE 4.

ODIO LOS LUNES CAPITULO 3 PARTE 4
Tenía que hacerlo, iba a hacerlo, me preparé para esprintar, y salí disparado hacía el patio de abajo, lástima que no llevase deportivas ese día, podría haber hecho menos ruido.
Toda la mole que se encontraba en el patio se giró, y fijaron su vista en mí, acto seguido, mascullaron algunos extraños gemidos y empezaron a seguirme, pero yo ya estaba en el patio de abajo, a punto de llegar al pabellón.
El pabellón está protegido por una puerta de rejas, esperaba que no estuviera cerrado con llave.
Subí las escaleras que conducían a la puerta, y, por suerte, estaba abierta. Antes de entrar pude observar como toda la multitud bajaba las escaleras que daban al patio de abajo, ya no estaban tan lejos de mí. Entré y cerré la puerta, estaba cerrada sin llave, así que en cualquier momento podrían abrirla. Subí las escaleras restantes y entré al pabellón cruzando la otra puerta, tenía poco tiempo para coger la escalera y largarme por la puerta trasera. Gracias a Dios que el pabellón tiene dos salidas, así, mientras que todo ese grupo intentaba entrar por una, yo saldría por la otra intentando correr con la escalera. Tenía muy claro lo que tenía que hacer, y el poco tiempo que tenía.
Cogí una silla que se encontraba en una pared, y sin dudarlo, la estampé contra el armario varias veces, hasta que la puerta se abrió y no me quedó silla para golpear. Cogí la escalera y corrí hacia la otra puerta.
Ya se escuchaba como golpeaban la puerta.